En estas fechas muchas personas, al tener más tiempo libre y además de cursar con mejores temperaturas, utilizan las vacaciones para hacer ejercicio. Lo que en principio podría parecer recomendable, puede llegar a ser perjudicial si no se practica de manera controlada. Conviene refrescar que lo idóneo sería practicar ejercicio de manera frecuente, al menos cinco veces por semana. Pero no siempre es así, son muchos los que sólo lo practican en verano o fines de semana, lo que puede acarrear riesgos si no se está previamente en buenas condiciones físicas. El consejo del farmacéutico es fundamental en este tema. Algunas actividades físicas que practicamos en verano, como pasear por la playa, deben hacerse con precaución, sin olvidarnos entre otras cosas que el ir descalzo entraña peligros de heridas en los pies.
En tema de alimentación conviene destacar la importancia de mantenernos hidratados, ya que las altas temperaturas y la deshidratación que conlleva podrían llegar a ser un riesgo importante. El beber agua en abundancia ayuda a prevenir las infecciones de orina, más frecuentes en personas con diabetes, especialmente en mujeres.
El verano es una época de viajes, para los cuales es indispensable seguir algunas recomendaciones. Por supuesto, es fundamental no olvidarse nunca de su medicación. Si se viaja en avión es recomendable llevar un documento (en inglés si es a un país no hispano-parlante, el cual puede pedir en nuestra farmacia) en el que se especifique que algunas de sus medicaciones ( agujas, lancetas, medidores de glucosa, catéteres, jeringas y pilas para bombas de insulina) tiene que transportarse en cabina. Las bombas de insulina pueden o no pitar al pasar los controles magnéticos de los aeropuertos, pero para evadir esta situación desagradable es preferible adelantarse con el informe antes de pasar por el arco. Además de para el viaje en avión, es conveniente llevar un informe médico por si surgiera cualquier problema durante las vacaciones. También hay que informarse sobre el tipo de asistencia sanitaria existe en el país de destino, los convenios con España, la posibilidad de realizar seguro médico… No hay que olvidarse tampoco de llevar toda la documentación (tarjeta sanitaria Española, tarjeta sanitaria europea…).
Durante el viaje hay que tener especial cuidado con nuestra insulina. Existen neveras de pequeño tamaño que facilitan su transporte.. Hay que tener en cuenta que a altas temperaturas o por exposición solar directa, la insulina puede perder su eficacia. En el caso de pacientes tratados con bomba de insulina es recomendable llevar también insulina en formato tradicional y una pauta alternativa de tratamiento si fallara nuestra bomba durante el viaje.
En ocasiones los alimentos son muy distintos a los que se estamos acostumbrados, pero siempre hay una serie de alimentos que se consumen en todos los lugares a los que podemos recurrir en caso de dudas. En muchos países, particularmente en los más desarrollados, el etiquetado con la información nutricional se hace de manera muy precisa, lo que evidentemente ayuda al reajuste de nuestro tratamiento, más aún en las pacientes que utilizan la dosis de insulina rápida en proporción de la cantidad de raciones de hidratos que van a consumir. De todos maneras, lo más habitual es que haya que aumentar el número de determinaciones de glucemia capilar para confirmar que todo marcha correcta.
Conviene prevenir la conocida como “diarrea del viajero”, especialmente en países calurosos y en vías de desarrollo, teniendo especial control de el agua que se ingiere, los cubos de hielo, las ensaladas y frutas (especialmente sin pelar), carnes y pescados poco cocinados o elaborados… Es prudente llevar el medicamento Loperamida para hacer frente a las diarreas.
Al igual que para personas sin diabetes, es preciso informarse de las vacunaciones necesarias en los lugares visitados. Aparte del riesgo que pueda implicar en sí mismo cualquier proceso infeccioso, hay que acordarnos que una causa muy importante de descompensación de la diabetes es por una infección.
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